Sueño y alimentación

25 enero, 2025

¿Conoces su vínculo?

Actualmente, hay una tendencia a dormir menos horas, las causas de esta disminución son muy personales, pero en todos los casos coinciden aspectos sociales como los horarios de trabajo que suponen para muchas familias reducir el tiempo de ocio a las primeras horas de la noche, y el uso de pantallas en el lugar de descanso que tiene como repercusión la disminución de la secreción de melatonina, una hormona que regula el ciclo del sueño y vigilia, y aumenta los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Esta reducción del sueño supone un aumento en la producción de ghrelina, hormona que aumenta el apetito, y disminución de leptina, hormona que disminuye el apetito.

Esta pequeña diferencia en la producción de hormonas puede influir en nuestra preferencia a la hora de elegir alimentos, inclinándonos hacia alimentos de alta densidad energética como las grasas o hidratos de carbono refinados, sobre todo por las noches.

Por ello, nuestra alimentación juega un papel importante en nuestro descanso, ya que proporciona los ingredientes necesarios para sintetizar los diferentes neurotransmisores que intervienen en la síntesis de las hormonas que regulan los ciclos de sueño y vigilia.

La serotonina es necesaria para sintetizar melatonina, que como hemos dicho antes es la responsable de inducirnos el sueño.

Los alimentos ricos en triptófano ayudan a aumentar la producción de serotonina y melatonina.

El magnesio contribuye a la producción de GABA, un neurotransmisor que se encarga de calmar la actividad neuronal, promoviendo un estado de relajación y calma que ayudará a conciliar el sueño.

Y, ¿En qué alimentos se encuentran?

Por ejemplo, las cerezas y las fresas son ricas en melatonina.

Los lácteos, carnes, huevos, nueces y semillas son ricos en triptófano.

Y los cereales integrales, frutos secos, legumbres y quesos son ricos en magnesio.

Por otro lado, hay que reducir los niveles de cortisol durante las horas previas a acostarnos, evitando las bebidas estimulantes como el café, té o bebidas energéticas y el cacao 5-6 horas antes de acostarnos, además de las bebidas alcohólicas y las cenas tanto picantes como copiosas.

Las consecuencias a corto plazo de un mal descanso son el aumento del sedentarismo y la elección de alimentos generalmente de alta densidad calórica, esto, lejos de mejorar nuestro descanso lo empeora y poco a poco se inicia un círculo vicioso del cual nos puede costar salir.

El primer paso es ser consciente de la situación en la que estamos e ir haciendo cambios paulatinos para revertir la situación, y si no podemos cambiar lo más adecuado es buscar consejo de un profesional de salud para que nos guíe en nuestros primeros pasos.

¿Listo para dar el primer paso?

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